martes, 25 de junio de 2013

Simplemente la vida.

Deseos que no son más que reflejos de inseguridades, miedos, anhelos y envidias. Nostalgia mal entendida para corazones alimentados de sufrimiento.
Largos pasillos en penumbra, sombras terroríficas que intentan mostrar el futuro, acontecimientos pasados que están por llegar y lecciones mil veces repetidas pero nunca aprendidas. Situaciones que se repiten de distintas formas pero con idéntico final.
 Clases particulares sobre fobias y angustias nunca superadas, miradas inquisitorias y llamadas de atención que no son tales, cuidados despreocupados y pensamientos en blanco.
 Planes, metas, misiones y objetivos olvidados mucho antes de tan siquiera plantearlos.
 Enfados olvidados a cambio de una sonrisa, odios que esconden la más loca de las pasiones, lágrimas que embarran el suelo e impiden una rápida huida. Amores que hieren como cuchillos y desamores que reviven a seres insensibles.
 Actores invitados que deciden formar parte del plantel y estrellas que se quedan sin frases de peso en pueriles tragicomedias de aficionado.
Besos malgastados en labios insensibles, que aprovechan cualquier pausa para bailarles el agua a oídos ingenuos y vírgenes de mentiras.
 Vida que se esfuma entre lamentos y que parece no seguir un patrón definido, moralejas que no son más que libres interpretaciones de los acontecimientos y falsos testimonios lanzados al aire en busca de un perdón tan innecesario como inútil.
 Bailes de salón con la muerte al son de un coro de ángeles. Rozaduras en los zapatos y un último suspiro antes de la pieza final.
 Se encienden las luces para unos, se apagan para otros y, vuelta a comenzar...

miércoles, 19 de junio de 2013

Querida desconocida.

"Querida desconocida:"
     Así comenzaba una de las cartas que tenía ante sus ojos, todas fiel reflejo del daño que había causado a la gente que se había atrevido a sentir algo por ella.   No se porqué, pero hasta ayer no fue capaz de volver a ponerse delante de esas misivas y leerlas, no quería recordar tanto daño causado y menos los rostros de todas las víctimas que dejó en su camino.
    Pensó que leerlas le llevaría a la redención, sin darse cuenta que el perdón al que aspiraba no se conseguía de esta manera. Quería sentirse liberada pero lo único que consiguió fue despertar todos los demonios que descansaban en su interior. Leía cada palabra con dolor, con angustia, con miedo...pero sobre todo las leía en soledad, sintiendo que esa era la única forma que tenía de ponerse en el lado contrario. Sabía que había sembrado de soledad unos campos en los que antaño no había un solo momento de silencio. Lo único que lograba con su actitud era  sentir el mismo dolor que provocó pero ni eso sirvió para poder sentirse en paz consigo misma... Tras leer la última de tus cartas, y recordar la pasión que ponías al escribirlas sus ojos empezaron a llorar dedicándote  las lágrimas que te mereces, las mismas que te robó y que hicieron palidecer esos ojos azules hasta convertirlos en grises.
 Ahora, todo se había vuelto en su contra, le dolía no poder estar juntos, sufría por no poder coger tu mano; pero sin lugar a dudas lo más doloroso era no poder mirarte a la cara, ella sabía que la habías perdonado, pero el perdón más necesario, el suyo propio, todavía estaba por llegar y ya eran muchas noches en vela esperándolo. 
Quería acercarse a ti y preguntarte mil cosas, pero lo único que podía hacer al verte era mirar al suelo para no tropezar con sus pasos  temerosos y descoordinados.
Su mayor deseo era poder dirigirte unas palabras  y que le dijeras: "Recuperé el tiempo que me robaste, alguien lo guardaba en su corazón para entregármelo".
 

jueves, 13 de junio de 2013

La felicidad.


Una mañana un niño salió de su casa llevando en una de sus manos una pequeña cajita. Rápidamente cruzó la calle y entró en la panadería donde su madre todas las mañanas compraba pan y esos dulces que a él tanto le gustaban. Subiéndose a una caja vacía preguntó: "Perdone señor, estoy buscando la felicidad, ¿sabe donde esta?", el panadero quedó asombrado ante tal pregunta y no pudo responder así que el niño se fue de allí alicaído.
Pero no se rindió y recordó que su padre estaría en la taberna que había al final de la avenida, fue a buscarlo y al llegar allí le pregunto:"Papa estoy buscando la felicidad,¿sabes donde esta?;obtuvo la misma respuesta que en la panadería, ninguna, así que se fue con los ojos húmedos, preguntándose como era posible que ni su padre supiera donde se encontraba.
Pasó el día de tienda en tienda, de portal en portal, preguntando a hombres y mujeres que paseaban por su barrio y, todas las respuestas eran la misma: Silencio...,nada, como mucho un tímido "no sé". Derrotado por la caída del día el niño llegó a su casa sin aliento, sin ilusión,pensando que nunca sería feliz ya que no podía encontrar el lugar donde tan apreciado estado se encontraba, pensó que a partir de ese día su vida no sería nunca igual, era como si le faltase algo.
Cenó sin decir ni media palabra, se puso su pijama y se dirigió a la cama a descansar, pero antes recordó su cajita, la abrió y automáticamente una sonrisa se dibujo en su cara, solo en ese momento se dio cuenta que la felicidad está donde cada uno quiere que esté, que no hay que buscarla ella sola nos encuentra y reside en lo más insignificante. Entonces sintió pena por su padre que horas antes no supo contestarle, bajo corriendo la escalera y le dio un beso, justo en ese momento su padre dijo: "Aquí esta la felicidad".

jueves, 6 de junio de 2013

Exiliado en el lavabo.

Despierto  sumido en la más profunda oscuridad, empapado en un sudor frío,  sudor que lastra mi cuerpo y dificulta mi incorporación....tembloroso enciendo la luz, no sé que rostro me puedo encontrar en el espejo...¿Me sorprenderá el rostro desencajado del recuerdo? o ¿me saludará la cara de la esperanza?... ¡Da igual!, cualquiera de los dos rostros provocan en mí una terrible sensación de pánico...Por primera vez, me doy cuenta que temo tanto a la vida como al no estar vivo. Macabra situación a la que debo hacer frente y de la que no puedo huir como hacía antaño pero incluso siendo consciente de ello intento zafarme de la realidad. Mi cabeza se nubla, no entiendo de sentimientos, no reconozco tu voz y tus brazos ya no me ofrecen esa tregua tan ansiada.
  No llego a entender tal ataque de locura y corro, corro sin dirección a buscar cobijo, a esconderme de todos...Abro esa puerta secreta que solo yo soy capaz de encontrar, busco en mi cajita de recuerdos y,...allí te veo....sonriente, posando en cada foto, siendo el centro de atención, robándome el protagonismo que merezco...desplazándome cada vez más a una esquina de la habitación...
  Receloso, continuo mirando las fotos, un nudo en la garganta amenaza con no dejar pasar el más mínimo halo de aire a mi interior, no me veo pero tengo la sensación de haber palidecido rápidamente...Al llegar a la última foto mis temores se confirman...me busco, miro con atención para ubicarme en aquellos recuerdos y...estaba en el baño....