Así comenzó una noche que se convirtió en día y que terminó por fundir todo el hielo acumulado en su cama tras mil noches sin la calidez de compañía.
Al abrir sus ojos, una tonalidad rojiza, hacía ver que lo de la noche
anterior se le había ido de las manos. Frente al espejo y con la torpeza de alguien al que le habían robado el sueño, repetía una y otra vez palabras sin sentido, preguntas que esperaban tener una respuesta lógica y que nunca encontraría. La resaca se había convertido en
su compañera e intercambiaba con él pensamientos mediante nauseas y
viajes en montaña rusa.
Quiso andar sobre sus pasos
para averiguar como había llegado allí, para saber donde estaba y para
comprender porque había alguien a su lado. Desnudo se dirigió al salón sacó un cigarro y lo encendió, sus primeras caladas le provocaron un gran ataque de tos que apuntó estuvo de truncar su huida perfecta. El remordimiento lo
atormentaba, nunca le habían gustado los amores de una noche y mucho menos cuando no podía ni siquiera recordar como había comenzado la historia.
Raudo se vistió y salió a la calle,
no quería pasar ni un minuto más de lo necesario en esa casa...No quiso
ver la cara de la chica que dormía a su lado, no quería tener que dar
los buenos días ni ver una mirada igual de culpable que la suya. Creía
innecesario tener que pasar por presentaciones tardías y palabras
vacías.
Su cuerpo pronto empezó a experimentar
síntomas de cansancio, todavía no se había podido recuperar de esa larga
noche de copas y cigarros humeantes, antesala de lo que probablemente
fue el encuentro más loco y apasionado que jamás había vivido y del que
no recordaba nada...
Levantó su mano y sus ojos ocultos tras el cristal de unas gafas de sol mal puestas buscaron un taxi. Un último esfuerzo y estaría en su casa.
En su mente seguían los interrogantes pero ahora ya no eran tan necesarias esas respuestas, ¿qué más podía pasar?...
De repente se percató que estaba cantando esta canción, respiró y la culpa se tornó en una media sonrisa y un pacto para olvidar entre su lado canalla y eso a lo que llaman conciencia.
Levantó su mano y sus ojos ocultos tras el cristal de unas gafas de sol mal puestas buscaron un taxi. Un último esfuerzo y estaría en su casa.
En su mente seguían los interrogantes pero ahora ya no eran tan necesarias esas respuestas, ¿qué más podía pasar?...
De repente se percató que estaba cantando esta canción, respiró y la culpa se tornó en una media sonrisa y un pacto para olvidar entre su lado canalla y eso a lo que llaman conciencia.
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