miércoles, 4 de septiembre de 2013

Otros ojos le miraban.

 La incertidumbre de la duda la mataba cada noche, hoy se acostaba deseando besar la boca de la cual salían consejos sabios, aquella boca sincera y que siempre había tenido una palabra cariñosa para ella, la que siempre había estado allí y la que no se limitaba a decirle lo que quería escuchar, nada le apetecía más esta noche que morder esos labios, hacerlos sangrar y marcarlos a fuego. Lo deseaba con todas sus fuerzas pero algo le hacía pensar que no era la mejor elección, sus miedos la obligaban a correr en busca de otros labios sin compromiso de permanencia.
 En lo más profundo de su ser sabía que huir era la decisión más desafortunada y cobarde que podía tomar, pero el miedo al compromiso y a sufrir por alguien cercano y conocido le hacían pensar que tomar ese camino era lograr una victoria final.
 Se contaban por decenas los "noes" salidos de su boca, las palabras de desprecio y los actos de olvido cruel al que sometía a un corazón que latía y sufría por ella, aunque eso no impedía que él siguiese sintiendo que nunca alguien se mereció su amor más que aquella chica temerosa. Cada latido era un beso lanzado al aire, un suspiro interior y una muestra de amor escondida.
 Víctima de sus dudas buscaba refugio entre vasos de ginebra y falsas apariencias, a lo lejos unos ojos la miraban con miedo, con dolor, viendo como poco a poco vendía su alma al diablo, como se entregaba a bocas mentirosas, bocas llenas de palabras vacías y falsos juramentos. Labios que solo tenían una meta, labios de corta memoria que en unas horas estarían robando besos de otra boca ingenua y temerosa.
 Noche tras noche se repetía la misma historia, distintos personajes pero el mismo final. Ella se perdía entre bocas misteriosas y mentiras; él era incapaz de darse cuenta que era el centro de otras miradas... Nadie ganaba con esta historia, los dos morían por el otro, (uno de amor la otra de dudas).