Mi estrella me mira desde lejos, con la misma arrogancia que observan aquellos que saben que por muy mal que hagan las cosas no serán condenados. Lo asumo y llego a justificarla sin razón, sin un motivo que pueda servir de atenuante cuando se acerque su juicio, porque tiene que estar segura que ese día llegará, y cuando llegue una parte de mi estará deseando que su condena sea el olvido, espero que el ostracismo al que me tiene condenado se convierta en la tortura que le espera día tras día...y lo que es peor deseo que sus sueños nunca puedan ser tan placidos como lo son los míos sabiendo que todas las estrellas dejan de irradiar luz algún día.
Su suerte se acaba, llega a su fin y se sientes protegida por su máximo explendor sin pararse a pensar que desde este momento de apogeo su vida se irá apagando día tras día y al final se convertirá en todo lo contrario. Dejará de ser anhelo, de ser un sueño, de ser luz, para convertirse en la máxima oscuridad.
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