Su mano derecha juega con un sobre de azúcar sin abrir, duda durante unos segundos y, sin darse cuenta lo coloca en el centro de la mesa, el mismo lugar que ocupa día tras día, un acto reflejo que esconde más de lo que parece. Una costumbre que mantiene desde hace años, posiblemente sea lo único donde el orden aparece en su vida, pero es sólo un simple reflejo, un instante, un suspiro...después todo volverá a regirse por el más absoluto caos.
Sus ojos, sin seguir ningún patrón de conducta, miran en todas direcciones, buscan sin saber que es lo que quieren encontrar..hoy prestan especial atención a la gente que pasan delante de él, intentan analizar al detalle cada gesto, cada expresión y buscan caras amables que hagan ver que todavía hay esperanza. Mañana posiblemente busquen a conocidos o simplemente desenfoquen al limbo para disfrutar de la soledad en compañía.
Su boca no suele emitir ningún sonido, sus labios permanecen sellados y su rostro como mucho esboza una pequeña mueca que intenta transmitir lo agradecido que está a las personas que hacen de éste su oasis particular. En casos excepcionales sus labios son descosidos y la vergüenza da lugar a preguntas obvias que hacen que dude de su talla intelectual...
El cigarrillo que acompaña al café se está terminando y llega el momento de levantarse y volver a la realidad, su cuerpo se hace el remolón y no quiere abandonar el sitio donde cada día disfruta de su momento más personal de la jornada.
Pasan unos minutos y por fin sus piernas reaccionan se ponen en marcha y sus ojos, automáticamente, buscan antes de irse una sonrisa amiga, tu sonrisa...con la única intención de agradecer que este momento sea único.
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