Para ella no era una tarde más, era una tarde lluviosa como las
últimas, pero había algo que la hacía distinta. En esta
ocasión no había nadie que mirara a través de la ventana con ella, nadie fantaseaba con las mil formas que dibujaban las gotas al resbalar por el gran ventanal.
Era un día raro, las gotas no hacían ruido al romper sobre los paraguas, los niños que pasaban delante de su casa no chapoteaban en los charcos. La monotonía solo era rota por el ruido de los truenos, instantes en los que parecía que el cielo se iba a desplomar sobre su cabeza.
La lluvia, que tantas veces había servido para limpiar su alma y
reponer fuerzas hoy le castigaba con gotas de soledad y nostalgia.
Quería combatir contra esos sentimientos pero no sabía como hacerlo, no
encontraba una palabra que diera consuelo a su pesar, repasaba
mentalmente los momentos en los que su cara reflejaba una sonrisa, pero
al instante volvía a darse cuenta que esa felicidad ya no le acompañaba.
Sabía que los momentos de tregua que había vivido eran escasos ante tal
sentimiento de amargura y que el único consuelo que le quedaba hoy se
desvanecía con cada trago que llevaba a su boca.
Sus oídos, tan embriagados como el resto de su cuerpo, eran capaces de distinguir canciones que le recordaban que cualquier tiempo pasado fue mejor, melodías que invocaban a su fantasma y que por momentos le hacían revivir cada uno de los momentos cómplices que habían pasado juntos. Eso no le hacía ningún bien y ella lo sabía pero era incapaz de parar el reproductor al que cada vez le prestaba más atención, como si en una de esas canciones fuese a encontrar la solución a su problema.
Entonces llegó el momento, no sabía porqué pero sus ojos se habían iluminado como si tuviesen la respuesta a todo.Sintió la necesidad de hacer una locura, tomó su abrigo
y se dirigió a su destino, al llegar la lluvia seguía cayendo como si
supiera que para ella ya no existiría el mañana.
Miró al cielo, se quito el abrigo y dejó que su cuerpo completamente
desnudo se empapase por completo, se tumbo sobre el duro y frío mármol que encerraba los restos
de su amado y se dejo llevar con él, su corazón latía cada vez con menos intensidad, sus ojos se iban cerrando y su rostro comenzaba a perder la expresión de pena para dar paso a una de tranquilidad y paz. ¡Por fin volvería a su lado!.
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