jueves, 20 de septiembre de 2012

Último asalto.

Comienza el último asalto, en una esquina tú y en la otra el rival más duro al que te has enfrentado, tu propio reflejo.
 Lo miras desafiante, como si supieras que te puede mandar a la lona en cualquier instante, tienes la certeza que su próximo gancho de derecha puede ser el  definitivo. Tus piernas comienzan a temblar, intentas acompasar la respiración y deseas que llegue el momento en que tu contrincante baje la guardia.
 Tus piernas comienzan a recuperar su agilidad, tu mente se llena de preguntas simples pero sin respuesta aparente y comienza tu recital de golpes al aire. Intentas alejarte, darle la distancia suficiente para que no te pueda dañar aunque nunca lo consigues. Has olvidado que te estás enfrentando a ti mismo, que nadie te conoce mejor que tu reflejo y ante él no valen evasivas ni distracciones de cualquier tipo.
 Decides lanzar al aire todas esas preguntas esperando que al chocar contra el espejo vuelvan convertidas en respuestas pero lo único que descubres es un rostro lleno de ira, de rabia y de desilusión. Comienzas a pensar en que momento perdiste este combate y descubres que con tu inseguridad firmaste la derrota antes de subir al ring.
 Cansado de recibir golpes lanzas tu último puñetazo a la par que tu cuerpo se queda sin aliento...Tus preguntas siguen ahí pero ahora la respuesta es tu reflejo hecho añicos y miles de cristales impregnando tu cuerpo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario